Época: Periodo prerromano
Inicio: Año 600 A. C.
Fin: Año 400 D.C.

Antecedente:
La colonización griega
Siguientes:
Emporion
Rhode



Comentario

Aparte de la falta de coincidencia de los datos de las fuentes literarias y epigráficas hay otra serie de puntos oscuros en relación con las colonias griegas que es conveniente aclarar.
1. Rhode, Rosas. Las fuentes literarias dan noticia de la presencia de los rodios en la Península Ibérica y de la fundación de Rhode entre el 800 y el 776 a. C. Junto a estas noticias se ha aducido el hallazgo de fragmentos de cerámica griega (jonia, corintia y rodia) en poblados del sur de Francia del siglo VII a.C., anteriores a la fundación de Massalia. Pero parece evidente que es muy forzado relacionar unos pocos fragmentos de cerámica rodia con una actividad colonizadora rodia. Por otra parte, no tenemos constancia de ningún material griego en Cataluña anterior al siglo VII y las excavaciones en Rosas no han proporcionado ni un fragmento anterior al siglo V. a. C., con lo que queda por demostrar la existencia de una colonización rodia anterior a la fundación de Massalia ca. 600 a.C.

2. Establecimientos griegos del Sureste. Las fuentes literarias mencionan tres colonias griegas en el Sureste de la Península Ibérica: Hemeroskopeion, Alonis y Akra Leuké. Tradicionalmente se han localizado en Denia, Benidorm y Alicante, aunque con pocas bases reales, hasta que, a partir de los años 50 del siglo pasado, los arqueólogos muestran su escepticismo debido a la falta de hallazgos griegos en la zona, hablando incluso algunos de "colonias supuestas" y evocando otros una presencia focea casi imperceptible. P. Rouillard, a partir del estudio del material cerámico que ha aparecido en una veintena de lugares entre Castellón y Murcia con fechas entre 580 y 560 a.C., intenta una posición central entre ambas opiniones resaltando que la presencia de cerámica gris o pintada de imitación o tradición griega, así como la existencia de una escultura de tradición helénica son prueba evidente de la presencia griega y de un punto de irradiación, cuya localización y estructura se nos escapan. Asimismo pone de manifiesto que la mayoría de los lugares de habitación en que estas cerámicas han aparecido surgen con las importaciones griegas y tienen un desarrollo rápido; estos establecimientos son costeros o en la desembocadura de los ríos (Mijares, Júcar, Segura), que son vías de penetración, de cambios. En referencia concreta a los establecimientos griegos del Sureste peninsular Rouillard afirma que, cuando se habla de la colonización focense, se piensa en grandes establecimientos (Marsella, Ampurias). Pero los establecimientos griegos del extremo occidental se inscriben en una tradición no específicamente focea. El sistema colonial griego en la Península Ibérica no ha conocido el desarrollo técnico que se observa en otros: ni especialización, ni organización. Se trata de estructuras ligeras, abiertas. Los establecimientos de la costa deben ser entendidos como establecimientos abiertos, punto de encuentro entre dos sistemas económicos diferentes, entre individuos, dentro de una región donde pueden desarrollar además del comercio una actividad artesanal. Tales establecimientos no debieron disponer de una gran extensión geográfica.

Por lo que se refiere a las localizaciones, respecto a Hemeroskopeion los materiales arqueológicos nuevos no permiten reabrir el debate entre las dos localizaciones propuestas, Denia o Peñón de Ifach (Calpe); Akra Leuké, más que en Alicante, donde los testimonios arqueológicos son de época romana, se podría pensar en Tossal de Manises o en La Albufereta, donde hay testimonios griegos arcaicos; Alonis, por su parte, puede situarse en Santa Pola (Alicante), que constituye un avance entre el mar y la bahía, por sus estructuras de hábitat y los materiales allí hallados (cerámica ática del 450 al 430 a.C.).

3. Mainake. Schulten, partiendo de las fuentes literarias, la ubica como colonia focea, sita en el Cerro del Peñón, con una datación de ca. 630 a.C. Tanto en Estrabón, como en Mela, Plinio, Ptolomeo o los Itinerarios, cuando se describe la costa meridional de la Península Ibérica, se dice algo concreto sobre Mainake o Maenoba, que es ubicada entre Malaka y Sexi. Estrabón enumera una serie de argumentos para probar que Mainake perteneció al grupo de las ciudades coloniales griegas: Mainake se encuentra a mayor distancia de Calpe que Malaka, está en ruinas y, aun así, muestra las características de una ciudad griega en contraste con Malaka de carácter fenicio.

Pero la arqueología muestra que la población ubicada en el altozano al pie del Cerro del Peñón en la desembocadura del río de Vélez es con toda seguridad un establecimiento fenicio. Las excavaciones realizadas en Toscanos en diversas campañas desde 1964 han puesto en evidencia que esta colonia fenicia fue fundada hacia mediados del siglo VIII a.C. y en su desarrollo fueron integradas las cuestas inferiores del Cerro del Peñón y del Cerro de Alarcón. En la primera mitad del siglo VI a.C. es destruida en parte y abandonada hasta su ocupación a comienzos del Imperio.

Para Niemeyer los tres argumentos de Estrabón concuerdan con los hallazgos arqueológicos del yacimiento fenicio de la desembocadura del río Vélez. Este establecimiento debe haber sido fundado hacia la mitad del siglo VIII y destruido o abandonado hacia la mitad del siglo VI. La colonia es muy conocida fuera del ámbito de las colonias fenicias occidentales por los recursos de su territorio circundante, su ubicación conveniente y sus diversas y extensas relaciones comerciales. En el siglo IV comienza a ser conocida y es tomada por los historiadores griegos como colonia massaliota. En la época en que escribe Estrabón, siguiendo la ficción establecida en el siglo IV, interpreta los restos del establecimiento fenicio como pertenecientes a uno griego foceo.